martes, 2 de febrero de 2010

Pánico...

Hace poco descubrí lo que era un ataque de pánico, y por ende hace poco que si me preguntan digo por experiencia propia que son feos... muy feos. Antes, simplemente no habría sabido calificar como tal lo que me pasaba. Por suerte y después de mucho tiempo, o mejor dicho años, puedo decir que ya no son tan frecuentes y eso me hace feliz. Feliz porque el hecho de poder olvidarlos por períodos de tiempo cada vez más largos me hace sentir normal otra vez. Me hace creer que son algo ajeno a mi. Sin embargo, cada vez que vuelven me cuesta aún más entender por qué suceden. Por qué esa sensación de desesperación y llanto se apodera de mi como si fuera lo único en mi vida. Por qué cosas tan pequeñas e insignificantes pueden transformarse en algo tan doloroso. Y otra vez por qué. Cada vez que me encuentro frente a esta pregunta muchas veces termino aquí, aunque aún no sepa con que fin. Pero pareciera que me ayuda a descargar todo aquello que las personas no siempre pueden calmar. Cómo pretender que alguien me ayude a comprender algo que ni yo comprendo? Es difícil. Lo se. Es complicado incluso de explicar. Pero de todos modos, y aunque los demás no lleguen a seberlo, el simple hecho de estar a mi lado cuando sucede, de abrazarme mientras siento como mi cara y mi cuerpo se adormesen, y principalmente de no juzgarme ayuda y mucho. Así como de la misma forma, cuando no lo hacen, esa pena interna se multiplica de una manera increíble. Hoy me paso eso. Hoy estoy acá porque no fue mi mejor día. Hoy sólo espero que los minutos sigan pasando. Mañana, mañana será otra historia...

No hay comentarios:

Publicar un comentario